VINOS DE SEVILLA, TRADICIÓN, INNOVACIÓN Y TERRITORIO

Varios miembros de nuestra Academia han llevado a cabo un intenso trabajo de seguimiento a los bodegueros sevillanos, para completar la breve encuesta que se les envió en su día. Al mismo tiempo, se ha completado información consultando en las propias páginas web de las bodegas. El trabajo, coordinado por la académica Begoña Amurrio, ha dado como resultado un completo informe, y un artículo divulgativo con datos y conclusiones, que publicamos a continuación.

Es otra contribución de la Academia en el Año de los Vinos de Sevilla.

 

La provincia de Sevilla cuenta con una tradición vitivinícola milenaria. Desde los asentamientos fenicios y la época romana, pasando por la pujanza del comercio en el Siglo de Oro —cuando Sevilla fue principal exportadora de vinos a América— hasta la actualidad, el vino forma parte de este territorio.

Hoy, Sevilla vive un renacimiento enológico con más de 20 bodegas activas y un enfoque centrado en la sostenibilidad, la calidad y el enoturismo. Las bodegas se distribuyen en cuatro zonas vinícolas: Sierra Morena Sevillana, Campiña, Bajo Guadalquivir y Aljarafe.

Superficie de Viñedo de Bodegas Sevillanas

  • Sierra Morena Sevillana: 54,5 ha (Cazalla de la Sierra, Constantina y Alanís)
  • Campiña: 2 ha (Pruna)
  • Bajo Guadalquivir: 34,5 ha (Lebrija y Los Palacios y Villafranca)
  • Aljarafe: 58 ha (Umbrete, Villanueva del Ariscal, Espartinas, Carrión de los Céspedes, Puebla del Río y Pilas)
  • Total estimado: 149 ha (repartidas en 12 municipios)

Variedades de Uva Cultivadas

  • Blancas: Garrido Fino, PX, Palomino Fino, Moscatel, Albariño, Viognier, Chardonnay, Verdejo, Macabeo, Sauvignon Blanc, Zalema, Colombard, Airén, Vijiriega, Parrona, Zamarrilla y Juan Antonio (variedades estas tres últimas recuperadas).
  • Tintas: Tempranillo, Syrah, Petit Verdot, Tintilla de Rota, Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Garnacha, Garnacha Tintorera, Mencía, Merlot, Pinot Noir, Graciano, Hurón, Mollar (variedades estas dos últimas recuperadas).

Tipologías de Vino elaborado

  • Blancos: jóvenes, con crianza en lías, tinajas o barricas.
  • Tintos: jóvenes, de crianza, monovarietales o coupages.
  • Rosados: frescos, con cuerpo o crianza.
  • Espumosos: método ancestral y tradicional.
  • Generosos: biológicos (fino), oxidativos (oloroso, amontillado), mixtos.
  • Dulces y mistelas: naturales, pasificados, fortificados.
  • Vermut y aromatizados.
  • Mostos.

El perfil del sector vitivinícola sevillano combina la tradición centenaria con una juventud vibrante e innovadora. Un número significativo de bodegas ha sido fundado en los últimos 25 años —muchas de ellas a partir del año 2000— lo que refleja un proceso de recuperación y modernización de la vitivinicultura en la provincia. Dentro de este nuevo impulso destacan proyectos muy recientes como Blanca Parejo y La Alquería de Pruna (ambas de 2020), Dehesa del Zarco y Solana de la Bernarda (2023), que encarnan la nueva generación del vino sevillano: comprometida con la sostenibilidad, la calidad y la identidad territorial.

Junto a ellas, y dentro de este grupo de bodegas jóvenes surgidas en el siglo XXI, se encuentran ya propuestas consolidadas y con prestigio creciente como Colonias de Galeón —reconocida a nivel nacional—, La Margarita, el Vermut Florum con referencias muy presentes en la restauración sevillana, Tierra Savia con su enfoque ecológico y vocación exportadora, y La Sacristía de Doñana en Puebla del Río. Todas comparten un carácter familiar, una apuesta por técnicas respetuosas con el medio ambiente, diseños cuidados, narrativas de marca bien construidas y una fuerte presencia en el canal gourmet. Además, muchas de ellas lideran la recuperación de variedades autóctonas y nuevas expresiones enológicas.

Frente a esta ola de renovación, se mantienen con fuerza bodegas con más de dos o tres siglos de historia, como Góngora (fundada en 1682), Bodegas Halcón (1711) o Bodegas Salado (1810). Estas casas centenarias representan el corazón histórico del vino sevillano, custodias de saberes tradicionales como la crianza biológica u oxidativa, pero abiertas también a la innovación y al enoturismo. Su continuidad demuestra que en Sevilla el vino no es solo una actividad económica, sino una expresión viva de su cultura y de su memoria.

Aportando identidad y singularidad al panorama vitivinícola sevillano, destaca el caso excepcional de Bodegas González Palacios, ubicada en Lebrija. Se trata de la única bodega de la provincia con Denominación de Origen Protegida (DOP) y, al mismo tiempo, la única DOP de España concedida a una sola bodega: la DOP Lebrija. Este reconocimiento exclusivo refuerza el carácter único de sus vinos y la calidad del trabajo realizado durante décadas en esta zona del Bajo Guadalquivir.

Comercialización y Enoturismo

Las bodegas comercializan sus vinos a través de canales como Horeca, tiendas gourmet, supermercados, tiendas online y exportación. El enoturismo es clave: visitas guiadas, catas, experiencias entre viñedos y eventos culturales forman parte de la oferta habitual.

Conclusiones

  1. Diversidad varietal: con variedades locales rescatadas y una creciente apuesta por monovarietales y coupages de calidad.
  2. Proyectos sostenibles: muchas bodegas trabajan en ecológico, con técnicas tradicionales y experimentación en crianza.
  3. Enoturismo creciente: las bodegas lo integran como parte fundamental de su estrategia.
  4. Profesionalización del sector: mayor organización, diferenciación de marca, comunicación y orientación al mercado nacional e internacional.

El vino sevillano es hoy símbolo de autenticidad, tradición y dinamismo rural. Desde referencias consolidadas como Umbretum, Frasquito, Zancuo, Mil Pasos o Colonia 40, hasta nuevas etiquetas ecológicas como Dehesa del Zarco o De Reojo, el vino de Sevilla se proyecta como un producto estratégico para la identidad y el desarrollo territorial.

La Academia Sevillana de Gastronomía y Turismo declaró el vino Producto del Año 2025 en Sevilla, destacando su papel como emblema cultural, gastronómico y económico.

El vino sevillano, en definitiva, es pasado, presente y futuro en una sola copa.

Invitación final al consumidor

Del mismo modo que cuando viajamos a La Rioja o a Ribera del Duero buscamos sus vinos y los disfrutamos con orgullo, en Sevilla debemos aprender a pedir y valorar los nuestros. No se nos ocurriría estar en Haro y pedir un vino de otra zona; aquí tampoco debería ser distinto. El vino sevillano merece un lugar privilegiado en nuestras mesas, en los restaurantes y en las tiendas donde compramos. Apostar por él es apoyar a nuestros viticultores, a nuestras tradiciones y a nuestra tierra. Porque consumir vino de Sevilla no es solo disfrutar de un gran producto: es defender nuestra cultura, dinamizar nuestros pueblos y brindar por un futuro con raíces.

 

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