La mujer en el olivar de Sevilla

Plinio –escritor y militar romano que pasó por Hispania–, manifestó que en tiempos ancestrales el fruto del olivo solo podía ser cogido por vírgenes y esposas, en un rol específicamente femenino. En la sociedad medieval, la mujer recogía las aceitunas caídas del olivo espontáneamente y las vareadas por las cuadrillas de hombres, siendo oficio de esclavos y mujeres de inferior categoría.

Por ello se ha silenciado esta labor de la mujer a lo largo de la historia, frente a prácticas laborales olivareras consideradas más nobles e importantes como molinero, vareador o almazarero.

En consecuencia, no se reconoció y valoró el significativo papel que la mujer ha desarrollado en torno al olivo. La aceitunera siempre estuvo presente en la historia, pero se consideró una simple ayuda del hombre en el proceso de la recolección y en la rebusca posterior.

Así lo expresó Isabel Castro Latorre, autora del libro La Cultura del Aceite en Sevilla (Diputación de Sevilla, 1999), subrayando que hay pocos estudios sobre la relación de la mujer con el olivar. Y –continúa la autora– resulta de mucho interés la representación del recibimiento que Sevilla y en concreto Valencina tributó a Felipe II en su visita en 1570, ilustrando de forma alegórica a la aceitunera pobre y prudente, vestida con su “hábito”: una bazquiña (falda) azul y saya hasta los pies de color encarnado ajustada y un delantal blanco, con pañuelo atado en la cabeza y portando una cesta llena de aceitunas.

Curiosamente, todos los manuales de agricultura inciden en la importancia de las cuadrillas de mujeres y niños durante el tiempo de la recogida de la aceituna. Muchas mujeres en nuestra provincia, desde los doce años ya cogían, acarreaban o limpiaban la aceituna, hincadas de rodillas en el suelo. Duras condiciones de trabajo que la mecanización ha hecho desaparecer.

En el libro se alude a testimonios de mujeres trabajadoras a jornal y a destajo, realizando labores como plantar, “esvaretar” o podar y coger aceitunas, junto al resto de la familia, para llevarse un salario a su casa. Luego se almorzaba en el campo. No hace tanto, en Arahal por ejemplo, las mujeres del pueblo trabajaban también en el clasificado o en el relleno de pimiento de la aceituna.

Hoy son muchas las mujeres que gestionan todo el proceso del sector olivarero en Sevilla: desde el cultivo, recolección, selección, cata, envasado y comercialización. Todo ello liderando proyectos profesionales o empresariales de ámbito nacional e internacional, y manteniendo vivo un patrimonio de historia, cultura, riqueza y tradición alrededor de un árbol milenario, presente en toda nuestra provincia.

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